Desde la antigüedad y a lo largo de la historia, el hombre ha intentado llegar a una interpretación de los sueños, a los que atribuía un cierto carácter mágico, muy vinculado a la voluntad divina. Se pensaba que podían tener un significado oculto e incluso premonitorio. Es decir que mediante ellos se podía vaticinar eventos futuros.
Freud llegó a aplicar un poco de ciencia a la superstición en la interpretación de los sueños. Según él, el sueño es el mecanismo de la mente para dar rienda suelta a nuestros deseos e impulsos, que hemos reprimido durante el día, de manera codificada para que la parte consciente de la mente no lo pueda descifrar.
Sin embargo, posteriormente el mismo Freud reconoció que no siempre era así. También podían revelar significados más profundos, ser manifestación de algún problema o una preocupación, incluso expresión de temores del inconsciente, tal como ocurre con muchos sueños angustiosos.
También se ha comprobado que el contenido de los sueños muchas veces relacionado con experiencias vividas durante el día y asociaciones bastante aleatorias de hechos y objetos, son muy personales. En cada persona se producen unas conexiones propias difíciles de generalizar. Con lo cual, los tan divulgados y extendidos “diccionarios de los sueños,” que podemos encontrar con facilidad en numerosas páginas de internet y que dicen ayudar a encontrar la “explicación” o “significado” del sueño, pierden valor científico. La ciencia no les da fiabilidad ni validez, ya que la interpretación de los sueños se debe hacer dentro de cada cultura y persona. Cada sueño en cada mente, es algo particular y personal y es posible, que ese mismo sueño, en otra persona signifique una cosa totalmente diferente.
Muchos de los sueños tienen un reflejo y conexión con la realidad de la vida de cada persona, a veces marcada con el surrealismo de la propia ensoñación, cuya lógica no siempre se rige por la coherencia de los criterios de realidad.
Con una dirigida ayuda psicológica todos los sueños pueden tener sentido, el soñante puede saber cual es el sentido de su sueño, pero siempre tratándolo de un modo personalizado. No tiene tanta importancia la interpretación de los sueños, sino qué nos está diciendo a cada uno el sueño.
Hasta hace poco no se sabía nada del mundo de los sueños. Fuera de nuestra consciencia, los sueños eran un terreno insondable para nosotros. Con el paso del tiempo, se ha podido llegar a ciertas conclusiones acerca de la interpretación del universo onírico. Sin embargo, se trata de un campo muy controvertido y, en ocasiones muy subjetivo. No debemos olvidar que cada fantasía depende directamente de cada persona, de la situación y del momento vital en el que se encuentre. El inquietante mundo de los sueños sigue siendo hoy un misterio, aún queda mucho por explorar en el significado de ellos.
Mientras dormimos, soñamos que volamos, que viajamos a mundos fantásticos , tenemos diferentes profesiones, conocemos a gente, tenemos experiencias astrales, somos nosotros hasta con otro aspecto, inventamos mil y una historias con increíbles fantasías.
Y aunque muchas veces los sueños son incoherentes, otras nos pueden conducir a resolver problemas. Ya nos dice la sabiduría popular, que nos recomienda consultar cualquier preocupación o decisión importante con la almohada. Y es que 8 horas de sueño reparador trae consigo una mente lúcida capaz de lograr la interpretación de los sueños más complicados.
Y es que aunque estemos soñando, seguimos trabajando para resolver los mismos problemas que nos acosan cuando estamos despiertos.
En 1.972 un investigador de la Universidad de Stanford, William Dement, le pidió a 500 de sus estudiantes que una noche dedicaran 15 minutos, justo antes de irse a dormir, a intentar solucionar una serie de rompecabezas y que dejaran uno sin resolver para consultar con la almohada. Al día siguiente, de todos los estudiantes, 87 habían soñado con los rompecabezas y 7 de esos lo habían resuelto en sueños.
Neurocientificos apuntan a que quizá sea así, porque las áreas que restringen el pensamiento a la lógica habitual, y aquello que nos es familiar apenas están activas al dormir. Eso permite que la mente explore otros caminos, que recurra a opciones no contempladas. Puede que ahí esté la clave de la creatividad y que los sueños sean una forma de adentrarse en ella.
Por tanto, es muy normal que pasemos las noches entre nuestras preocupaciones y anhelos diarios. Además es muy frecuente encontrar a nuestros seres queridos, o compañeros en estos mundos. A menudo los sueños se parecen demasiado a nuestra propia realidad, son producto de estímulos externos e incluso nuestros propios sentimientos, marcado por el surrealismo de la ensoñación. En el proceso del sueño nuestra mente, cuerpo y espíritu se unifican para formar un todo en el que podemos conocer mucho de nuestra personalidad. Si comprendemos nuestros sueños, nos conoceremos mucho mejor y podemos llegar a conocer y mejorar aspectos de nuestra personalidad. Esto es lo que vislumbra el psicoanálisis moderno.
Y para acabar y como aportación personal, decir que tenemos que creer en los sueños, esos que alimentan el alma incluso antes de que se hayan materializado en la realidad. Los sueños son el ingrediente indispensable para alcanzar objetivos en la vida. Sin ellos, no tendríamos muchas de las cosas maravillosas de las que disfrutamos actualmente. No todos los sueños llegarán a hacerse realidad, pero es importante ilusionarnos y tener una visión positiva de la vida. Los sueños son la gasolina que nos llevará hasta donde queremos llegar. Porque la vida no solo se compone de ese universo material que tenemos ante nosotros cada día, también existe una variada riqueza de belleza emocional, que es inmaterial, no se ve, pero se siente.